El medio social en el que se desenvuelven los jóvenes presenta una elevada permisividad hacia el alcohol y un continuo bombardeo de mensajes favorecedores de su consumo a través de múltiples canales. Además estas comunicaciones tienen un contenido claro y una propuesta conductual definida: “si no bebes no te diviertes”. Por el contrario las intervenciones de promoción de salud en este ámbito han sido, hasta el momento, escasas en frecuencia, recursos y número de canales. A esto se añade que dichas intervenciones tienen ciertas dificultades a la hora de generar mensajes realistas, compatibles con la experiencia y con argumentos contundentes; y que no existe una recomendación, clara y consensuada, para transmitir a los jóvenes acerca de qué postura deben adoptar ante el consumo de alcohol. Por otra parte no se ha ofrecido suficiente apoyo en este sentido a la familia y a las instituciones educativas, echándose de menos directrices y recomendaciones claras que les sirvan de guía en su labor formativa. Durante mucho tiempo se ha dejado el aprendizaje de los jóvenes, en lo que respecta al consumo de alcohol, en manos de la calle y el mercado. La situación está cambiando poco a poco, pero para avanzar en la prevención se apunta la necesidad de un consenso relativo al contenido de los mensajes que debemos transmitir a los jóvenes; y una definición más clara, por parte de los profesionales implicados, de cómo queremos que se relacionen los jóvenes con el alcohol.